Cuando el año pasado The Mars Volta decidió editar toda su discografía remasterizada en esa caja genial y excesiva llamada La Realidad de los Sueños, este Astronauta sonrió…

Y es que la esperanza, de alguna manera logró invadir mi ya olvidada resignación. Cuando en el 2013, Cedric Bixler-Zavala anunció su salida de la banda dejando entrever que tomaba esa decisión por la creciente falta de interés que su genial socio Omar Rodríguez López demostraba en el proyecto, sentí que estaba siendo testigo del final de una de las bandas más inspiradas y trascendentales de las últimas décadas.

 

Y no crean que estoy exagerando. Tómense el trabajo y regálense el tiempo necesario para escuchar cada uno de sus álbumes. Les aseguro que van a descubrir un mundo tan rico y exuberante como probablemente muy pocas veces hayan descubierto.

 

No se me ocurre banda más críptica, genial y original que The Mars Volta en los últimos 20 años de historia.

 

Estamos en presencia de dos músicos extraordinarios, fuera de lo común, capaces de generar una mixtura revoltosa y finísima entre estilos tan disímiles como el punk, el rock pesado, la música progresiva, el jazz y todo condimentado por enormes dosis de influencias latinas.

 

Fácil? PARA NADA. Fascinante? SIN LUGAR A DUDAS.

 

López y Zavala arrastran una historia legendaria que se remonta a esa otra institución del salvajismo post moderno que fuera At The Drive In. Entonces, en algún punto, era de esperar que estos socios sintieran la necesidad de experimentar en soledad. Gracias al cielo, después de prácticamente 10 años de caminar el desierto, comprendieron que ellos, como tantos otros músicos no pueden escapar a la potencia de las explosiones que generan cuando trabajan en colaboración.

 

Hace un par de semanas entonces, editaron The Mars Volta, un álbum refundacional por donde se lo mire. Desde el vamos han necesitado parirse nuevamente plantándose en la línea de largada afirmando otra vez su marca registrada. Y por el lado musical, The Mars Volta se ha animado cambiar y a dejar de lado su perfil más ceremonioso y desenfrenado para entregarnos el puñado de canciones más despojado que se recuerde, apostando finalmente a la madurez en la interpretación de ese cantante excepcional que es Cedric Zavala.

 

Cada clima, cada arreglo, cada instante de cada composición parece ser un regalo de Rodriguez Lopez a su compañero. Lienzos en blanco y a medida dispuestos para que esa voz hipnotizante los decore con melodías como las que hacía muchos años no se escuchaban en un álbum.

 

Y con tan solo escuchar las dos canciones que abren el disco “Blacklight Shine” y “Graveyard Love” el viaje resulta inevitable. The Mars Volta es un álbum frente al que hay que dejarse llevar sin oponer resistencia. Canciones como “Cerulea”, “Palm Full Of Crux” y “Collapsible Shoulders” son tan suaves por momentos y tan intensas al mismo tiempo que emocionan. Y quizás ahí radique la verdadera excelencia de este álbum. Son años, demasiados para mi gusto, de escuchar música y son contados los trabajos que hoy en día logran emocionarme, conmoverme, moverme la estantería. No tengan dudas de que éste es uno de esos discos.

 

Desde que se editó, todos los días le pego un par de escuchadas, parciales o completas, no me importa. The Mars Volta es algo así como ir a jugar a la ruleta sabiendo que caiga donde caiga la ficha, al final siempre nos espera un pleno.

 

Hasta el día de hoy que hago este comentario considero que estamos frente al mejor disco del año. Una obra de arte de una calidad inconmensurable. Les recomiendo que no lo dejen pasar más allá de sus preferencias musicales o de estilos y fundamentalmente, se los recomiendo a todos aquellos para los que en el pasado The Mars Volta era un plato demasiado complejo al que nunca podían terminar de saborear.

 

Manuel “El Astronauta del Rock” Kyslinger

 

Escuchá el disco…